Hay ciertas lecciones que como sociedad deberíamos extraer de estos años de gestión del PRO. Veamos algunas de la forma más breve posible.
1) La Economía y el Mercado.
La primera lección es comprender que es un error creer que la economía funcionará mejor si los gobiernos no se involucran en ella (neoliberalismo). Es un error cuyas consecuencias paga la gente. De la economía dependen mucho nuestras condiciones de vida. Ni solo el Estado, ni solo el mercado. En economía es necesaria una combinación virtuosa de ambos. El desafío es lograr esa combinación virtuosa. No es fácil, y por muchas razones, pero separar ambas dimensiones, es un gran error. Algunos radicales parecen haberlo olvidado.
2) Gobernar no es fácil.
Esta es otra lección. No pocos piensan que los políticos no saben resolver los problemas de los argentinos. Que son burros, ignorantes, que les falta mundo, etc., etc., etc. Que si un día les tocara gobernar a los que así piensan, a los que no han dedicado ni una hora de su vida a la política, podrían demostrar que los problemas se resuelven rápidamente. (Y sobre todo si son empresarios).
¿Se acuerdan de “la inflación se arregla de taquito”, de “la lluvia de inversiones”, de “la pobreza cero”, “del mejor equipo de los últimos 50 años”, de “en mi gobierno los trabajadores no van a pagar ganancias”? ¿Creen que todo eso era demagogia? No, no lo era. Era ignorancia de lo que representa gobernar.
Pues bien, muchos en el gobierno ignoraban lo que era gobernar. Suponemos que después de más de tres años y medio de gestión, y a la luz de los resultados, deben haber aprendido que gobernar es muy diferente de lo que suponían. Esperamos que la sociedad también.
3) Ser gobernante y ser empresario no es igual.
La tercera lección que deberíamos aprender, es que no es cierto eso de que si sos un buen empresario, tenés que ser un buen gobernante. Nada tiene que ver una cosa con otra. Para ser buen empresario se necesitan ciertas condiciones, y para ser un buen gobernante, otras muy distintas. Desde luego, no decimos que alguien no pueda reunir las dos condiciones, decimos que son distintas. Que no debemos apresurarnos a sacar conclusiones del tipo “si le fue bien en la empresa, le tiene que ir bien manejando la economía de un país”. Algo que se escucha mucho, incluso en los ámbitos menos pensados).
Lo dicho ha quedado demostrado en esta gestión. El gobierno reclutó la mayoría de sus funcionarios entre los ejecutivos de las empresas, y lo cierto es que no han demostrado que su experiencia empresaria les haya servido de mucho.
4) La importancia de la humildad y el diálogo en política.
Esta es la cuarta lección, y tiene que ver con lo dicho antes. La mayoría de los problemas que deben enfrentar los gobiernos son tan complejos, que, como dijimos, no es tan fácil dar con la decisión acertada.
Nadie es dueño de la verdad. Ni existen respuestas preestablecidas ni universales. Y solo el tiempo demuestra, en los asuntos más trascendentes, si la decisión tomada fue la acertada. La conciencia de esta falibilidad de todos, nos pone a salvo de la eventual arrogancia propia, y de la ajena. Es decir, de los que creen que se la saben todas. Aunque parezca una moralina, no lo es: humildad le falta a la política argentina.
Si como decíamos, es difícil dar con la decisión acertada, es necesario comprender el valor del diálogo. No es infalible tampoco, pero el diálogo, escuchar la opinión de todos, nos da más chances de acertar y de evitar errores. Pero claro, se hace imposible el diálogo, si pensamos que los demás no saben nada, que son los culpables de todos los problemas, y que nosotros, somos los dueños de todos los aciertos. Por los argentinos, sería mejor que los que tienen ese diagnóstico, lo cambien. Sería bueno que fueran más humildes. Y hay que decirlo, entre nuestros correligionarios, hay muchos que piensan así.
5) Los consensos y la política.
Las soluciones consensuadas o las de compromiso, es decir aquellas en las que cada uno cede un poco, suelen ser las más efectivas para alcanzar los resultados perseguidos. No todas las cuestiones, obviamente, requieren de ellas, pero son muchas las que se pueden abordar mejor a través de acuerdos y soluciones de compromiso.
Para terminar, estas lecciones no solo pueden extraerse de esta última gestión, desde luego. Otras han pecado de lo mismo. Pero vale la pena insistir en esto. Parece que a los argentinos nos gusta tropezar dos y más veces, con la misma piedra.
La Causa, septiembre 11 de 2019.
Obra: La viajera, Autor: Camilo Mori