¿Se acuerdan cuando decíamos que el neoliberalismo, o sus políticas, eran el principal obstáculo para la realización de la justicia social y la solidaridad? ¿O cuando decíamos que el neoliberalismo era antipolítico, enemigo de lo público y del Estado? ¿Han escuchado ustedes a los dirigentes que desde el 2015 hasta la actualidad, han tenido las mayores responsabilidades partidarias o electivas a nivel nacional, decir algo del neoliberalismo? Salvo algunas excepciones, nosotros no. Ni bueno ni malo. Y fíjense una cosa: eso es lo que hacen los neoliberales, no hablan del neoliberalismo. Solo lo hacen los que no lo son.
¿Han oído alguna vez a esos dirigentes reivindicar algo tan elemental como el rol del Estado frente al Mercado? ¿O hacer un esfuerzo por generar conciencia acerca de que la definición neoliberal de esta relación, no es la más conveniente para los sectores populares? (En realidad, es difícil escucharlos hablar de “sectores populares”. Si, es muy difícil. Parece que la expresión les suena populista. Ahora todo lo popular es populista. Para la derecha neoliberal claro).
En muchas ocasiones han expresado su preocupación por la republicana separación de los poderes del Estado. Y está muy bien. (Aunque además de preocuparse hay que ocuparse. Y la verdad es que durante la gestión del PRO no se hizo mucho por ello). Pero más allá de lo dicho entre paréntesis, ¿los han ustedes oído decir algo además, sobre otra también necesaria y muy republicana separación de poderes? Nos referimos, claro está, a la separación entre el poder político y los poderes económicos. ¿Los han visto, por caso, advertir acerca de los riesgos que entraña la peligrosa confusión entre estos poderes que promueve el neoliberalismo, o, para ser más precisos, los han oído decir algo acerca de la subordinación de la política a la economía que postula el pensamiento neoliberal? Y miren que tenían motivos para decir algo: el PRO reclutaba gran parte del funcionariado en los poderes facticos? No hicieron nada para evitarlo.
(Dicho sea de paso, y así, entre paréntesis, ¿no les parece que hoy esos dirigentes están muy cómodos con ciertos poderes fácticos y estos con esos dirigentes? Nos referimos a esos poderes fácticos que no se llevaban nada bien con el radicalismo progresista. Y también dicho sea de paso: a esos poderes que se sentían huérfanos de representación política hasta el 2015. Más claro, échenle agua, como decía un señor que, antes no, pero hoy sí, sería muy amigo del partido ).
¿Cuánto hace que esos dirigentes no mencionan la globalización insolidaria y neoliberal, ni la necesidad de globalizar la política o de promover los valores ciudadanos, además de los del emprendedor y el vecino? Ya hemos escrito algo muy breve sobre esto último. (Hacer click en EL EMPRENDEDOR Y EL CIUDADANO)
Para terminar: alguien podría decirnos “¿pero que esperaban después del 2015? ¿Qué el partido sé corriera más a la izquierda? ¿O que ahora, continuando en Cambiemos, recupere su identidad? Miren, no seamos ingenuos, que ocurra eso, es más difícil que hacer un agujero en el agua”. Y tendrían razón.