Obviamente, no es la intervención del Estado en la economía en sí misma, sino el tipo de intervención lo que hace que se pueda decir o no de un gobierno que es progresista. No se nos escapa que puede haber intervenciones muy conservadoras, clasistas o reaccionarias.
Pero francamente, no nos parece que hayan sido conservadoras o de derecha las intervenciones de la actual gestión. Podrá alguien decir que son técnicamente deficientes o que es deficiente la implementación de las mismas, pero no que están inspiradas en la idea de beneficiar a los grupos económicamente más poderosos o de perjudicar a los sectores que viven de un salario o remuneración.
Para desechar la posibilidad de calificar de conservadoras o reaccionarias las intervenciones de la actual gestión, les proponemos el siguiente ejercicio: fíjense quiénes son los actores económicos que más se oponen a las políticas del gobierno. Si esto no les dice mucho, fíjense quiénes son los economistas que más se oponen a ellas. Y si esto tampoco les dice mucho, dígannos si gran parte del actual elenco opositor de hoy, no es el mismo que fustigaba a Raúl Alfonsín en los ´80. Y si nada de esto les alcanzara para descartar la idea de que las políticas del gobierno son conservadoras, no les proponemos nada más, porque es obvio que están dispuestos a negar hasta la evidencia y a engañarse a sí mismos.
Para terminar, y sin perjuicio del respeto que nos merecen todas las ideologías, nada justifica haber convertido a la UCR en un partido de derecha. Y eso, guste o no, es lo que ha ocurrido. Todos los mencionados antes como duros opositores al oficialismo, son hoy nuestros compañeros de ruta. No había ni hay razón política alguna que hiciera necesario ese corrimiento. Siempre, frente a cualquier diferencia, es posible una alternativa progresista. Eso era el Frente Amplio Unen.